Primer contacto con las gentes de Gouro


El día 27 salimos de N´Djamena destino Gouro con un objetivo claro: contactar con la Asociación Awornga, ver in situ el modo en el que viven y escuchar cuáles son sus verdaderos problemas.

Para llegar hasta allí recorremos 1.500 kilómetros y dormimos tres noches en el desierto. El trayecto ya nos muestra la dureza de la vida de los hombres y mujeres que viven en el desierto. Los todoterreno quedan constantemente atrapados en la arena. Lo que supone que hay que retirar la arena de alrededor de las ruedas, introducir unas planchas y empujar el vehículo a la vez que el conductor acelera. Todo esto con temperaturas de entre 40 y 48 grados.

Es muy habitual a lo largo del recorrido encontrarse con vehículos o camiones encallados en la arena. Los camiones van completamente cargados de paquetes y bidones y sobre ellos se sientan como pueden los pasajeros. Un camión tarda, como mínimo, 15 días en llegar desde N´Djamena hasta Gouro. Dependerá de las veces que quede atrapado en la arena, de los pinchazos de las ruedas en las zonas rocosas y de los problemas mecánicos que le puedan surgir.

En este trayecto de tres noches y cuatro días pasamos por poblaciones como Ngoura, Koubba y Faya. Faya es la capital de la región Borkou- Ennedi- Tibesti (BET) y desde allí hasta Gouro hay unos 220 kilómetros muy duros. Nosotros partimos de Faya a las seis de la mañana y llegamos a Gouro a las 16.00 horas. De manera que si en Gouro hay que transportar a alguna persona de urgencia al hospital, porque en el pueblo la asistencia sanitaria es mínima, con suerte y si todo va bien tardarán medio día.



El día 30 de julio llegamos a Gouro. El recibimiento fue mágico. A la izquierda de una extensa calle, una fila enorme de hombres con turbante y, a la derecha, un montón de niños expectantes, entre los cuales dos portaban una sencilla pancarta que decía Asociación Awornga de Gouro. Le entregan a Ana Arriola, Directora de Nazioarteko Elkartasuna- Solidaridad Internacional, una rama de palmera cuyo significado es “Bienvenidos. Paz”.

Nos acogen en la casa en la que habitualmente se aloja Ahmat Saleh, Diputado de la región Borkou- Ennedi- Tibesti. Él nos explica que es muy complicado conocer con exactitud la población de la comunidad de Gouro, ya que muchos son nómadas y se encuentran en otros lugares. Nos da una cifra aproximada de unos 6.000 habitantes. También nos comunica la agenda de trabajo del día 31 de julio: por la mañana, habrá una reunión de presentación; nos mostrarán la escuela, el hospital y el huerto. Por la tarde, habrá otra reunión en la que los notables del pueblo nos explicarán los problemas que afronta la población y Nazioarteko Elkartasuna- Solidaridad Internacional expresará sus intenciones y su modo de trabajar.

Por la noche, mientras cenamos, el Diputado Ahmet Saleh, nos habla de la dificultad de vivir en el Sahara debido a la falta de agua. “En el pasado llovía más pero ahora llueve un día al año”, manifiesta preocupado. Por ello, el único recurso económico que les queda son los dátiles. Los llevan a Abeché y a cambio ellos les dan cosas que necesitan. “Los camellos de aquí no tienen pasto y los tienen que llevar lejos, a zonas húmedas fronterizas con Sudán. Por ello la economía de Gouro se fundamenta en los dátiles”. También nos habla de la duna de Gouro, una duna que poco a poco se está comiendo el pueblo y que se forma debido al viento que viene de Libia.

Es el primer día de contacto con la población de Gouro, una escasa tarde de contacto. Sin embargo, somos conscientes de que hay que hacer algo. Nos impresiona la idea de que unos excombatientes, que incluso han luchado los unos contra los otros, hayan decidido, en una sociedad primitiva, organizar una asociación (Asociación para la Educación y el Cuidado del Medioambiente de Gouro) para que, con todas las dificultades que eso supone, su comunidad no desaparezca y para que el futuro de sus hijos no esté manchado de sangre sino de conocimiento y, por tanto, de paz y de libertad.

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