Nerea Teruelo Calvo es Concejala de Salud, Cooperación e Inmigración en el Ayuntamiento de Basauri y, el pasado julio, no dudó un instante en viajar al norte del Chad para comprobar in situ cómo afrontan el día a día los hombres y mujeres que viven en el desierto.
El 25 de julio partió desde Bilbao a N´Djamena en una expedición organizada por Nazioarteko Elkartasuna- Solidaridad Internacional con el apoyo del Ayuntamiento de Basauri, entre otras instituciones. Desde que salió de la capital del Chad hasta que llegó a Gouro, población al norte del Chad perteneciente a la región de Borkou Ennedi Tibesti (BET), durmió, al igual que a la vuelta del trayecto, en pleno desierto del Sáhara sin más habitación que un cielo lleno de estrellas y una luna que fue de creciente a llena.
En el trayecto fue testigo de la dureza de la vida del desierto: calor, sed, todoterrenos encallados en la arena… Y en Gouro, objetivo de la expedición, comprobó los problemas de aislamiento, desertificación, salud, educación y agricultura que sufre la población y a los que, si no se les pone freno, podrían significar la desaparición de la población al verse obligada ésta a emigrar para intentar mejorar sus condiciones de vida.
¿Qué hace una concejala de Basauri en Gouro?
A pesar de toda la preparación del viaje y de lo que yo había podido leer sobre Chad, hasta que no llegue a Gouro no supe que iba a hacer allí. Tras superar mi miedo a volar y, sobre todo, a saber hasta dónde podía llegar en una situación para mí desconocida, me di cuenta de que había que estar allí para dar respuesta a esa pregunta. Conocer de primera mano una deuda histórica que los países desarrollados tenemos con África.
Como cargo público, ¿con qué te has encontrado? ¿Y personalmente?
Como cargo público me he encontrado con una realidad a la que es complicado dar solución. Con una sociedad organizada a su manera y sin instituciones que les apoyen o den cobertura a sus necesidades. En este caso hablamos de Gouro, pero podríamos hablar de toda África.
Los concejales estamos acostumbrados a que nuestros ciudadanos que, son los que nos han puesto en el cargo, nos exijan, critiquen y se enfaden, a veces con razón y otras no. Lo que pude sentir en aquel rincón olvidado de África es que sus habitantes no tenían a quién quejarse, no tenían más que sus propias fuerzas para sobrevivir.
En el ámbito personal es complicado explicar todos los sentimientos y pensamientos que tuve durante el tiempo que estuve en Chad. Lo que recuerdo, y que además es lo que me sigue emocionando, es la mirada de los niños y niñas y la dignidad de los hombres y mujeres que, sin nada, nada te pedían y todo te lo daban. Es una experiencia que no voy a poder olvidar.
¿Qué objetivos desearías que se cumplieran con este proyecto?
El fundamental es que todos los que iniciamos este proyecto no nos olvidemos de él. Si esto se cumple, el resto de los objetivos vendrán solos: la matrona, los maestros, la mejora de la producción agrícola. La responsabilidad de que el proyecto se sostenga es de todos y cada uno de los que estuvimos allí. Todo se hará realidad si no dejamos que se quede en un recuerdo.
El 25 de julio partió desde Bilbao a N´Djamena en una expedición organizada por Nazioarteko Elkartasuna- Solidaridad Internacional con el apoyo del Ayuntamiento de Basauri, entre otras instituciones. Desde que salió de la capital del Chad hasta que llegó a Gouro, población al norte del Chad perteneciente a la región de Borkou Ennedi Tibesti (BET), durmió, al igual que a la vuelta del trayecto, en pleno desierto del Sáhara sin más habitación que un cielo lleno de estrellas y una luna que fue de creciente a llena.
En el trayecto fue testigo de la dureza de la vida del desierto: calor, sed, todoterrenos encallados en la arena… Y en Gouro, objetivo de la expedición, comprobó los problemas de aislamiento, desertificación, salud, educación y agricultura que sufre la población y a los que, si no se les pone freno, podrían significar la desaparición de la población al verse obligada ésta a emigrar para intentar mejorar sus condiciones de vida.
¿Qué hace una concejala de Basauri en Gouro?
A pesar de toda la preparación del viaje y de lo que yo había podido leer sobre Chad, hasta que no llegue a Gouro no supe que iba a hacer allí. Tras superar mi miedo a volar y, sobre todo, a saber hasta dónde podía llegar en una situación para mí desconocida, me di cuenta de que había que estar allí para dar respuesta a esa pregunta. Conocer de primera mano una deuda histórica que los países desarrollados tenemos con África.
Como cargo público, ¿con qué te has encontrado? ¿Y personalmente?
Como cargo público me he encontrado con una realidad a la que es complicado dar solución. Con una sociedad organizada a su manera y sin instituciones que les apoyen o den cobertura a sus necesidades. En este caso hablamos de Gouro, pero podríamos hablar de toda África.
Los concejales estamos acostumbrados a que nuestros ciudadanos que, son los que nos han puesto en el cargo, nos exijan, critiquen y se enfaden, a veces con razón y otras no. Lo que pude sentir en aquel rincón olvidado de África es que sus habitantes no tenían a quién quejarse, no tenían más que sus propias fuerzas para sobrevivir.
En el ámbito personal es complicado explicar todos los sentimientos y pensamientos que tuve durante el tiempo que estuve en Chad. Lo que recuerdo, y que además es lo que me sigue emocionando, es la mirada de los niños y niñas y la dignidad de los hombres y mujeres que, sin nada, nada te pedían y todo te lo daban. Es una experiencia que no voy a poder olvidar.
¿Qué objetivos desearías que se cumplieran con este proyecto?
El fundamental es que todos los que iniciamos este proyecto no nos olvidemos de él. Si esto se cumple, el resto de los objetivos vendrán solos: la matrona, los maestros, la mejora de la producción agrícola. La responsabilidad de que el proyecto se sostenga es de todos y cada uno de los que estuvimos allí. Todo se hará realidad si no dejamos que se quede en un recuerdo.
¿Qué papel desempeñan los Ayuntamientos en lo que a la cooperación internacional se refiere?
En estos momentos, y después de casi dos años y medio en el cargo, creo que los Ayuntamientos no desempeñamos un papel digno. La gran mayoría de las administraciones locales otorgan subvenciones porque queda muy bien ante la opinión pública. Su compromiso se limita a dar dinero. Además, la mayoría de los consistorios no tienen concejalía de cooperación al desarrollo y las subvenciones las otorgan desde cultura o juventud.
No nos damos cuenta de que si no hay un compromiso con estos países el problema será otro. Si allí no se puede vivir tendrán que venir aquí y tendremos que dar respuesta a un problema mayor.
Como concejala de cooperación, ¿qué le pides a una ONG?, ¿Qué carencias aprecias en el trabajo de las ONG´s con las instituciones locales?
Como concejala novata, y que además desconocía totalmente el mundo de la cooperación, les pediría más cercanía con los Ayuntamientos. Cada año, cuando aprobamos las subvenciones,llegan al despacho montones de proyectos a los que tienes que dar salida. El dinero es escaso y las decisiones se complican: que si África, que si Asia, que si Latinoamérica…
A los políticos nos faltan, en general, más conocimientos sobre cooperación y nos sobra mucho sentimentalismo. Por otro lado, las ONG´s tienen abiertos muchos frentes y quieren llegar a muchos sitios. Nos bombardean a proyectos y los Ayuntamientos no podemos resolver solos el problema. Deberíamos centrarnos en un par de proyectos a largo plazo y asentar cierto bienestar en ese lugar. Es decir, que seamos conscientes de que nuestro esfuerzo es una realidad y no un parcheo.
¿Cómo consigues en tu día a día darle la relevancia que se merece al área de cooperación?
Complicada tarea, te lo aseguro… Y, sobre todo, con la que está cayendo con la crisis… Intentar explicar a unos ciudadanos, de los cuales muchos no llegan a fin de mes, que dedicas cierta cantidad a gente de fuera… Por eso tratamos de relacionar los temas de cooperación con los de inmigración. Tratamos de hacer entender que esas personas vienen de fuera porque no tienen otra opción e intentamos que desaparezcan prejuicios que se tienen sobre ellos. Tratamos de hacerles entender que son nuevos vecinos y vecinas.
¿Qué ha sido lo más duro que has visto o has vivido en el Chad?
No te voy a decir que mi vida haya sido a puro lujo, porque no ha sido así… Vengo de familia obrera y siempre ha habido momentos más o menos duros. Pero nada que ver con lo que he visto en Chad… Ni siquiera hay pobreza, porque para que haya pobreza tiene que haber riqueza y allí eso no existe. Nunca he visto a nadie vivir con nada y estar siempre sonriente. Esto es lo más duro. No consigues comprender esa felicidad.
En estos momentos, y después de casi dos años y medio en el cargo, creo que los Ayuntamientos no desempeñamos un papel digno. La gran mayoría de las administraciones locales otorgan subvenciones porque queda muy bien ante la opinión pública. Su compromiso se limita a dar dinero. Además, la mayoría de los consistorios no tienen concejalía de cooperación al desarrollo y las subvenciones las otorgan desde cultura o juventud.
No nos damos cuenta de que si no hay un compromiso con estos países el problema será otro. Si allí no se puede vivir tendrán que venir aquí y tendremos que dar respuesta a un problema mayor.
Como concejala de cooperación, ¿qué le pides a una ONG?, ¿Qué carencias aprecias en el trabajo de las ONG´s con las instituciones locales?
Como concejala novata, y que además desconocía totalmente el mundo de la cooperación, les pediría más cercanía con los Ayuntamientos. Cada año, cuando aprobamos las subvenciones,llegan al despacho montones de proyectos a los que tienes que dar salida. El dinero es escaso y las decisiones se complican: que si África, que si Asia, que si Latinoamérica…
A los políticos nos faltan, en general, más conocimientos sobre cooperación y nos sobra mucho sentimentalismo. Por otro lado, las ONG´s tienen abiertos muchos frentes y quieren llegar a muchos sitios. Nos bombardean a proyectos y los Ayuntamientos no podemos resolver solos el problema. Deberíamos centrarnos en un par de proyectos a largo plazo y asentar cierto bienestar en ese lugar. Es decir, que seamos conscientes de que nuestro esfuerzo es una realidad y no un parcheo.
¿Cómo consigues en tu día a día darle la relevancia que se merece al área de cooperación?
Complicada tarea, te lo aseguro… Y, sobre todo, con la que está cayendo con la crisis… Intentar explicar a unos ciudadanos, de los cuales muchos no llegan a fin de mes, que dedicas cierta cantidad a gente de fuera… Por eso tratamos de relacionar los temas de cooperación con los de inmigración. Tratamos de hacer entender que esas personas vienen de fuera porque no tienen otra opción e intentamos que desaparezcan prejuicios que se tienen sobre ellos. Tratamos de hacerles entender que son nuevos vecinos y vecinas.
¿Qué ha sido lo más duro que has visto o has vivido en el Chad?
No te voy a decir que mi vida haya sido a puro lujo, porque no ha sido así… Vengo de familia obrera y siempre ha habido momentos más o menos duros. Pero nada que ver con lo que he visto en Chad… Ni siquiera hay pobreza, porque para que haya pobreza tiene que haber riqueza y allí eso no existe. Nunca he visto a nadie vivir con nada y estar siempre sonriente. Esto es lo más duro. No consigues comprender esa felicidad.
¿Cuál es el factor que más dificulta el futuro de los pueblos del desierto?
Que a nadie le interesa. Todos conocemos el conflicto de los territorios ocupados del Sáhara. Los recursos se destinan a aquello que se ve más, que se oye más. Pero el desierto es mucho más… A veces se piensa que como el desierto está muerto para qué preocuparse. Pero doy fe de que el desierto está muy vivo, que se queja, sufre y sus gentes no se rinden y tratan de sobrevivir. Sólo quieren que se les escuche.
Como concejala y como mujer, ¿cuál ha sido tu percepción sobre el papel de la mujer en el norte del Chad?
Sería incapaz de vivir allí. Soy demasiado independiente como para asumir ciertas costumbres. Cuando llegas te parece que el papel de la mujer es de sometimiento total al hombre. Sin embargo, cuando conversas con éstos te das cuenta de que no es así. Su papel no es público. Es decir, no participan de las decisiones sociales. El hombre y la mujer comparten un espacio físico pero sus vidas no se cruzan más allá de la pura reproducción. Es complicado entenderlo y, por tanto, explicarlo.
Que a nadie le interesa. Todos conocemos el conflicto de los territorios ocupados del Sáhara. Los recursos se destinan a aquello que se ve más, que se oye más. Pero el desierto es mucho más… A veces se piensa que como el desierto está muerto para qué preocuparse. Pero doy fe de que el desierto está muy vivo, que se queja, sufre y sus gentes no se rinden y tratan de sobrevivir. Sólo quieren que se les escuche.
Como concejala y como mujer, ¿cuál ha sido tu percepción sobre el papel de la mujer en el norte del Chad?
Sería incapaz de vivir allí. Soy demasiado independiente como para asumir ciertas costumbres. Cuando llegas te parece que el papel de la mujer es de sometimiento total al hombre. Sin embargo, cuando conversas con éstos te das cuenta de que no es así. Su papel no es público. Es decir, no participan de las decisiones sociales. El hombre y la mujer comparten un espacio físico pero sus vidas no se cruzan más allá de la pura reproducción. Es complicado entenderlo y, por tanto, explicarlo.