Aunque por causas del trabajo no tenemos mucho tiempo para conocer la ciudad os queríamos comentar nuestras impresiones en nuestro día a día.
Por el momento, nuestra vida se desarrolla entre el hotel, los lugares desde donde trabajamos diariamente y el cibercafé desde el que nos conectamos para haceros partícipes de esta experiencia. Todo ello en los alrededores de la Avenida Charles de Gaulle que pudisteis ver en foto hace algunos días. Muy cerca del Aeropuerto Internacional Hassan Djamous y del Palacio Presidencial.
Plaza de la Nación
(justo detrás está el Palacio Presidencial, que no se puede fotografiar)
Nos encontramos en
una de las principales arterias de la
ciudad y por lo tanto en uno de los sitios más concurridos. El tráfico es constante,
viéndose sobre todo los vehículos 4x4
de los organismos internacionales
(ONU, FAO, Cruz Roja, Programa Mundial de Alimentos…); agencias de cooperación y desarrollo (suiza, alemana-GTZ, italiana,
japonesa…); de ONGD internacionales
que operan en el país como Oxfam, Caritas, Unicef, CARE Internacional o Médicos
del Mundo; y de las decenas de departamentos, direcciones, oficinas…
ministeriales que se localizan en la capital. Y por supuesto miles de motos y gente andando o en bicicleta.
Al principio la circulación parece muy caótica, luego te vas acostumbrando y
por último acabas por descubrir que en
el fondo existe una lógica oculta
muy clara (que apenas estamos empezando a descubrir). Prueba de ello es que todavía
no hemos visto accidente de ningún tipo,
a lo que pensamos que contribuye mucho la escasa
velocidad a la que se desplazan los coches y motos. Keleï, coordinador de
Awornga, aún recuerda con temor la velocidad de las autopistas vascas durante
su visita hace un par de años.
Aunque es una zona muy animada, no estamos en un barrio
popular. Básicamente hay hoteles
(por su cercanía al aeropuerto), restaurantes,
bancos y centros de negocios. Todos ellos con sus respectivos guardas de seguridad, tanto hombres como mujeres, que vigilan día y
noche.
Guarda de seguridad del cibercafé
Y por supuesto
miles de personas que andando o motorizados van de un lado para otro, o se instalan en la acera para descansar
(incluso dormir si hay algo de sombra) o vender
productos de todo tipo (desde fruta, cacahuetes y todo tipo de comida hasta
material informático). Los que nunca fallan son los vendedores de recargas de teléfono, que se encuentran por docenas
en cada esquina, ya que el móvil se ha convertido en muchos años en un elemento más del panorama chadiano;
y los guardas de seguridad, tanto
hombres como mujeres, que vigilan los negocias de la zona.
Un saludo desde el Chad.
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